¿Qué son los antifúngicos orales?

Los antifúngicos orales son medicamentos utilizados para tratar infecciones fúngicas que afectan diversas partes del cuerpo, incluidos los órganos internos, la piel y las mucosas.

A diferencia de los antifúngicos tópicos, que se aplican directamente en la piel, los antifúngicos orales son administrados por vía sistémica, lo que permite que el medicamento actúe en todo el organismo.

¿Cómo funcionan los antifúngicos orales?

Qué son los antifúngicos orales
Qué son los antifúngicos orales

Los antifúngicos orales actúan atacando las células fúngicas de diferentes maneras. Dependiendo del tipo de antifúngico, pueden:

  • Inhibir la síntesis de la membrana celular: Algunos antifúngicos, como los azoles, impiden la formación de ergosterol, un componente esencial de la membrana celular de los hongos.
  • Alterar la estructura del ADN y ARN: Otros antifúngicos, como las equinocandinas, pueden interferir con la síntesis de las paredes celulares.
  • Inhibir procesos metabólicos: Algunos fármacos afectan las vías metabólicas específicas de los hongos, lo que lleva a su muerte o detiene su crecimiento.

Tipos comunes de antifúngicos orales

Existen varios tipos de antifúngicos orales, clasificados según su mecanismo de acción y su estructura química. Algunos de los más utilizados son:

  1. Azoles: Incluyen el fluconazol, itraconazol y voriconazol. Son efectivos contra una variedad de infecciones fúngicas, incluidas las causadas por Candida y Aspergillus.
  2. Polienos: La anfotericina B es un polieno que se utiliza para tratar infecciones fúngicas graves, aunque generalmente se administra por vía intravenosa. Sin embargo, existe una formulación oral para tratar infecciones específicas.
  3. Equinocandinas: Como la caspofungina, se utilizan principalmente para tratar infecciones por hongos del género Candida y Aspergillus, aunque su uso por vía oral es menos común.
  4. Alilaminas: La terbinafina es un ejemplo que se utiliza para tratar infecciones fúngicas de las uñas (onicomicosis) y algunas infecciones de piel.

Indicaciones para el uso de antifúngicos orales

Los antifúngicos orales se utilizan para tratar diversas infecciones fúngicas, que pueden incluir:

  • Infecciones por Candida: Estas pueden afectar la boca (candidiasis oral), el esófago y la zona genital.
  • Infecciones sistémicas: Como la aspergilosis o criptococosis, que afectan los pulmones y otros órganos.
  • Onicomicosis: Infecciones fúngicas de las uñas que requieren un tratamiento más profundo que los antifúngicos tópicos.
  • Dermatofitosis: Infecciones por hongos dermatofitos que afectan la piel y requieren un tratamiento oral en casos severos o resistentes.

Cómo se administran los antifúngicos orales

La administración de antifúngicos orales debe seguir las indicaciones del médico. Aquí algunas pautas generales:

  • Tomar con agua: La mayoría de los antifúngicos orales se deben tomar con un vaso de agua para facilitar su absorción.
  • Con o sin comida: Algunos antifúngicos deben tomarse con alimentos para aumentar su absorción, mientras que otros se deben tomar con el estómago vacío.
  • Duración del tratamiento: Es fundamental completar el tratamiento según las indicaciones, ya que suspenderlo prematuramente puede llevar a la recaída de la infección o a la resistencia del hongo.

Consideraciones importantes

  • Efectos secundarios: Los antifúngicos orales pueden causar efectos secundarios, como náuseas, diarrea, dolor abdominal y reacciones alérgicas. Es importante informar a tu médico sobre cualquier efecto adverso.
  • Interacciones medicamentosas: Estos medicamentos pueden interactuar con otros fármacos, por lo que es esencial informar a tu médico sobre cualquier medicamento que estés tomando.
  • Consulta médica: Ante cualquier signo de infección fúngica, como enrojecimiento, picazón o secreción, es importante buscar atención médica para un diagnóstico y tratamiento adecuado.

Los antifúngicos orales son una herramienta eficaz en el tratamiento de infecciones fúngicas que no pueden ser controladas adecuadamente con tratamientos tópicos.

Su uso adecuado y supervisado por un médico es fundamental para garantizar su eficacia y minimizar riesgos.

Si sospechas que puedes tener una infección fúngica, es recomendable consultar a un profesional de la salud para recibir el tratamiento adecuado.

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